jueves, 19 de julio de 2007

Niña

Los Agujeros se asoman por el techo de mi infancia, todavía llevo en las glándulas del gusto su sabor a tibia tristeza, como una sopita de fideo resbalando por la barbilla de una piel niña.
El polvo baila la danza lenta en los rayos de luz, esos rayos propios de las 6 de la tarde, esos huecos que atraviesan y develan quietud de vientre.
Que silencioso cariño despiden sus manos, ásperas y llenas de indulgencia.
Sorbo como sanguijuela su existencia, camino como gigante en el monte de sus plantas. Riego sus rosas, bugambilias y el bosque que me cría y me mancho los zapatos de inocente lodo.
Es un laberinto crujiente y decaído, es la casa de los niños muertos, del perpetuo luto deslizándose entre muebles.
El humo alimenta, el café pasea al lenguaje en la cocina, y yo juego y sorbo un juguito de cajita

Recibido 26 de sep. 2005

muevo la mano y se desfigura tu cara
tu forma esta moldeada por tu espejo
estamos perdidos en la oscuridad de las ilusiones brillantes
simples intactos permanentes en el engaño eterno de un segundo
respira
besame
viviremos siglos en un suspiro
ahí donde los fragmentos del espejo roto se derriten
formamos astillas en una cruz que regresa a su cabeza
no nos basta ni nos dejamos devorar
simplemente estallamos
hacia la furia magra
hacia la carcajada brisa
hacia la desesperación inútil
hacia las uñas enterradas
hacia los miedos hipócritas
hacia las viscerás entrelazadas
tuyas y mías que nunca tuvieron ojos
para darse cuenta que aunque estallemos aunque volemos
en mil asteroides y direcciones
estamos donde mismo
abrazados en el infinito instante
del mudo silencio entre dos latidos